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La industra Editorial en la Pandemia

9 Cambios que está viviendo la industria editorial en tiempos de incertidumbre

  1. Mayor caída de la producción

La repercusión más inmediata del congelamiento de las actividades fue productiva. Estamos frente al peor momento de la industria editorial. Según un reciente informe de la Cámara Argentina del Libro realizado a partir del ISBN, en abril de este año se publicaron 1258 novedades, un número que, si se lo compara con el mes anterior cayó un 37%, pero si se lo pone en relación a abril de 2019 la caída es del 50%. Aunque el número que verdaderamente sorprende no es el de títulos sino el de ejemplares. En abril se produjeron alrededor de medio millón de libros, mientras que en marzo 1,9 millones. Cayó un 74%. Sin embargo, la caída brusca se da al comparar los libros producidos en abril del año pasado (5,8 millones) porque el porcentaje es de -91%.

  1. Retoques en la cadena

Muchas librerías, las que son enormes cadenas, no están pagando. Eso cuentan algunos editores. Lo que ya se traducía en cobros devaluados —cheques a 30, 60 y hasta 90 días—, hoy se llena de incertidumbre al no saber cuándo retornará la actividad a su normalidad. Allí, en esas librerías, es que se rompe la cadena de pagos que termina en los escritores. Algunas cumplen con lo pactado económicamente, otras patean la pelota hacia adelante y se dedican a especular.

“En la cadena del libro viene todo un poco atrasado. Las librerías no vendieron el mes pasado, eso repercute en las editoriales este mes y en los autores en julio. Lo cierto es que todos nos vamos a sentir afectados”, Sin embargo, en el desastre se vislumbran otras posibilidades,: “Una de las cosas más interesantes que va a dejar la pandemia es que muchos eslabones de la cadena están haciendo alianzas; muchos libreros se juntan para hacer cuestiones en conjunto, también distribuidores y autores. No sería nada raro que de acá a un tiempo relativamente corto empecemos a ver proyectos que sean fruto de eso”.

  1. Delivery de libros

Son tiempos de delivery. Incluso antes de la cuarentena. El crecimiento de las aplicaciones que permiten comprar desde tu casa y recibir el producto han crecido mucho en los últimos años. Podría decirse que incluso estábamos preparados, como lectores, para un confinamiento así. Las librerías ya trabajan con esta modalidad pero con la cuarentena se convirtió en el único canal de venta posible

  1. Agenda del coronavirus

Nada escapa a las modas. El coronavirus, con su pánico y su incertidumbre, se ha convertido en el tema que, desde hace casi dos meses, se filtra en cada conversación. Y aún sigue. No importa si son fake news, datos trascendentes o insípidas apreciaciones personales. El coronavirus está ahí, en todos nosotros, y también en la industria editorial. Ya hay unos cuantos libros escritos al calor de esta coyuntura. El formato diario es el que prolifera en las redes y, de a poco, empieza a meterse en las librerías. Sin embargo, a diferencia de otros temas universales que se vuelven moda con una rapidez descomunal, lo que hace el coronavirus es interrogarnos a nosotros mismos. No parece ser casualidad que los libros sobre la pandemia que más se están leyendo —al menos por ahora— sean ensayos. Libros que se mueven por la web haciendo de esta moda algo incómodo: reflexionar. Tal vez sea algo positivo. Tal vez.

  1. El valor de las librerías de barrio

Luego de cuatro semanas de estar cerradas, las librerías volvieron a abrir. La situación es diferente. Hay que respetar medidas muy concretas de seguridad. Algunas son prácticamente imposibles. El distanciamiento social de dos metros, por ejemplo. Hay librerías que son muy pequeñas. Hacer cola en la vereda para ingresar en este tipo de negocios no es una opción, básicamente porque cuando uno ingresa lo hace, también, para despuntar el arte de hojear libros. Es una costumbre por la que, hasta que las medidas no cesen —todo indica que el distanciamiento va a durar un buen tiempo— el rol de las librerías se tendrá que resignificar. Ya está sucediendo.

La tendencia de comprar en el negocio de tu barrio empieza a representar algo para los grandes grupos. Con las editoriales independientes tenemos un diálogo fluido, algo que se acrecentó en la cuarentena. Creo que por primera vez nos pusimos a conversar todos en serio”, dice y agrega: “El trabajo de hormiga de las librerías independientes se empieza a visibilizar en un momento en que los árboles no tapan el bosque”.

  1. Descentralización de eventos

El mapa anual de la literatura tiene su centro en la Feria del Libro de Buenos Aires, el shopping editorial al que en cada edición asisten más de un millón de personas. “La Feria del Libro funciona como gran evento ordenador del mundo del libro. Que este año no se haga deja un hueco irremplazable”. Luego está la Feria de Editores, que dura pocos días y que reúne un público menor pero que es muy lector. Su escala es mucho menor al megaevento que se hace en La Rural pero tiene su importancia. Luego, hay decenas y decenas de ferias editoriales que se realizan en el resto del país. Todo esto, al menos por ahora, está cancelado. El aislamiento obligatorio es ley.

Empezó como un gran dominó: una a una las instituciones culturales fueron anunciando su cierre y los eventos masivos, su postergación o cancelación. La Feria del Libro también, dejando a la industria, al menos en cuestión de eventos, acéfala. “La Feria del Libro, y también la Feria de Editores que no sabemos si se va a hacer a fin de año o directamente el año que viene, son eventos que mueven bastante. No es que la editorial viva de ese tipo de eventos, pero son importantes”,

Para contrarrestar esta situación, se están realizando ferias virtuales. “Son experiencias distintas”, aseguran todos, pero nadie las desestima. Dos ejemplos son Finde, una iniciativa del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica del Gobierno de la provincia de Buenos Aires en alianza con el Banco Provincia, y Feria del libro en Casa, una apuesta de algunas editoriales independientes con descuentos y charlas en vivo.

  1. Piratería y derechos de autor

En general, las crisis son los mejores momentos para discutir asuntos estructurales. Desde la comodidad del progreso es más difícil. Días atrás, se armó un interesante debate sobre los derechos autor y la piratería. La autora les escribió de forma pública para que bajen ese material. Recibió muchos insultos en nombre de una supuesta libertad de circulación. Muchos argumentaban que, sobre todo en cuarentena, era necesario democratizar el acceso.

“No hay ninguna estadística que diga que la descarga gratuita de libros atenta contra la compra del libro en papel”, “Hay un par de títulos que los tenemos disponibles libres y que tiene que ver con el tipo de contenido. Ya sea porque son útiles para investigadores o porque están pensados en clave militante siempre estuvo libre a la par del papel e hizo que el libro en papel se vendiera más y más porque mucha gente que lo veía por internet lo quería tener para poder leerlo en el libro físico”.

  1. ¿El momento del ebook?

Ni bien comenzó la cuarentena, muchas editoriales que ya venían trabajando con ebooks decidieron ponerle un freno a los libros en papel y apostar, al menos en un aislamiento que se creía más corto, a los textos digitales. Por aquel entonces, la pregunta sonaba fuerte: ¿llegó el momento del ebook, el despegue definitivo? Hay quienes dicen que sí, que ya se empezó a instalar como hábito de lectura, pero también están los que dicen que, al menos por ahora, Argentina tiene un público que prefiere el papel.

En el informe de la Cámara Argentina del Libro, la producción de títulos en formato digital, al compararla con el año pasado, se duplicó. En cuanto a la cuarentena, el registro de libros electrónicos es prácticamente el mismo en febrero, marzo y abril. ¿Es una cuestión de gustos y de tradición? Hay otro problema, tal vez más elemental: los dispositivos son caros.

“Los, las, les que leemos no dejamos nunca de leer”, “Releés algo o agarrás algo de lo que tenés pendiente en la biblioteca. Por eso el público de la librería es bastante fiel. Es el mismo público que va al teatro o al cine, y no se va a ir al teatro o al cine por un buen tiempo. En algún punto somos la alternativa. Porque el libro no compite con Netflix. Es una experiencia distinta”. Este editor es docente y por estos días, cuenta, pasa muchas horas dando clases virtuales frente a la computadora. “Les pasa a muchos en estos días de encierro: cuando terminás de trabajar no querés ir a leer a una pantalla. Necesitás el libro físico”.

  1. El contacto vía streaming

Empezaron a asomar las ferias virtuales y se potenciaron las lecturas en vivo por redes sociales. También las entrevistas vía streaming. Es gratis y no hace falta cambiarte y salir de tu casa para ver a tu autor favorito. Desde el siglo pasado, cuando pensaban en el futuro, se imaginaban algo así. Está sucediendo y tiene el sabor de una nueva era. Nadie sabe si es mejor que la anterior, algunos sospechan o temen que no.

Fuente: infobae